sábado, 2 de octubre de 2010

Los que no pudieron morir



Las condiciones del campo eran tales que no sólo se envilecía la vida, sino que también se envilecía la muerte. Giorgio Agamben en su texto "Lo que queda de Auschwitz" sostiene que en los campos, el ser humano no podía encontrarse con su propia muerte: la muerte ya no puede ser llamada muerte, la dignidad ofendida en los campos no es la de la vida,sino la de la muerte. La muerte "en serie" se contrapone a la "muerte propia" del tiempo pasado, la muerte que cada uno llevaba dentro de sí, que "se tenía" y "daba a cada uno una dignidad singular, un silencioso orgullo".
“El denominado Muselmann, como se llamaba en el lenguaje del Lager al prisionero que había abandonado cualquier esperanza y que había sido abandonado por sus compañeros, no poseía ya un estado de conocimiento que le permitiera comprar entre el bien y el mal, nobleza y bajeza, espiritualidad y no espiritualidad. Era un cadáver ambulante, un haz de funciones físicas ya en agonía.” Jean Améry.

No sólo la vida no era vida, sino que la muerte no era muerte.

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