jueves, 14 de octubre de 2010

Cualquier similitud con la realidad... pura coincidencia

Durante la clase pasada, nos sorprendimos con la realización de la audiencia de juicio. Nos sorprendimos quienes evaluábamos, quienes participaron como defensa y como acusadores, y se sorprendió el tribunal.
En este sentido, nos surge pensar si no ocurre lo mismo con los testigos que simplemente reciben una citación para la audiencia de juicio, retomando la clase sobre preparación de los testigos que tuvimos la semana pasada. Es que sin duda, el testigo que se presenta a declarar se encuentra ante la misma situación de incertidumbre, sin saber qué ocurrirá, para qué lo citaron a esa audiencia, cuál es el sentido de su presencia allí, porqué le pregunta una persona y le responde a tres que están en sillones delante de él.
En igual sentido les ocurrió a quienes desarrollaron los roles de defensa, acusación y tribunal durante la audiencia del jueves pasado. Tal situación se vio ampliada por el desconocimiento de las reglas que se habrían de aplicar durante el juicio, en tanto se apartaba de una de las pautas características del procedimiento penal nacional; el tribunal no conocía el caso.

Principio de congruencia aparte, más allá de las sorpresas de muchos de los presentes, las y los compañerxs dieron lo mejor de sí, aunque la improvisación se hizo notar, y se recurrió en mayor medida a la lectura que a la oratoria (sin dejar de lado el destacable rol desempeñado por una integrante de la acusación que realizó la descripción de los hecho sin leerlo, utilizando sus propias palabras).
No pretendemos hacer una crítica por demás estricta, es importante señalar que en nuestra experiencia práctica cualquier similitud con la realidad, es pura coincidencia (¿?)

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